miércoles, 14 de enero de 2009

Entre dunas y acantilados: imágenes de la costa verde de Cerdeña

Rumbo la costa del sur oeste, una tierra con pasado minero cuyos rastros se imponen como un rasgo característico. Más allá de la empinada y fabulosa bahía de Cala Domestica, una de las más bellas de Cerdeña, y del antiguo pueblo minero de Buggerru, se llega finalmente a la playa de Portixeddu.

El tramo costero que serpentea entre Portixeddu y Torre dei Corsari Torre toma el nombre de Costa Verde. El viajero que llega a esta zona se verá completamente rodeado del verde de la vegetación que cubre las montañas y colinas que bajan hacia el mar queriendo hundirse en sus aguas. Matorral Mediterráneo intercalado por olivos y enebros seculares que llegan a las dunas de arena y parecen acariciarlas, doblados por el viento mistral.

La Costa Verde es un lugar de sentimientos increíbles que permanecen indelebles en el corazón de quienes los viven. A lo largo de la costa hay hermosas playas, pequeñas calas, rocas quebradas, paredes con vistas al mar, desiertos de arena que llegan hasta el mar. El fuerte viento mistral casi siempre golpea la zona. El mar está raramente calmo y es de una rara belleza agreste. Es uno de los destinos preferidos para los surfistas. Especialmente en invierno olas largas y altas atraen a los amantes de la tabla.

Camino a Torre dei Corsari te sorprenderá la virtual ausencia de signos del hombre. Entre las playas ciertamente no se puede no ir a ver a una de las más espectaculares e únicas: la playa de Piscinas. Es larga 3 km y está enmarcada por dunas de arena de hasta 50 metros de alto. El impacto al llegar desde el verde y montañoso interior de la isla es increíble. Un desierto sobre el mar.

Es verdaderamente el paraíso. Un sinfin de acantilados, playas y dunas de arena dorada cubiertas con fragante maquis mediterránea. Un espectáculo para disfrutar con los ojos, para detener en imágenes fotográficas, uno de los más bellos lugares en los que puedes hacer un video de Cerdeña, una de las mejores vistas de la isla. Una tierra que se deja a imaginar y fomenta la imaginación.

miércoles, 7 de enero de 2009

La isla en la isla: Carloforte

De origen volcánico la isla de San Pedro era ya conocida en la antigüedad como un puerto seguro para los navegantes del Mediterráneo. Carloforte es el único centro habitado de la isla de San Pedro y se puede llegar en ferry todos los días desde Calasetta y Portovesme.

Su historia comienza en el período de las Repúblicas Marítimas cuando los habitantes de la isla tunecina de Tabarka, que pertenecía a Génova, agravados por las continuas invasiones bárbaras aceptan la invitación del rey Carlo Emanuele III de Saboya para mudarse a la isla de San Pedro donde podrían encontrar refugio.

Así el 17 de abril de 1738, un primer grupo de colonos tabarkinos se asentó en San Pedro y dió inicio a los primeros trabajos de lo que se convertiría en el grupo de viviendas más importante de la isla: Carloforte, llamado así en honor del rey de Saboya.

Su pueblo, de origen ligure, habla un lenguaje único, un Genovés arcaico con influencia tabarkina y campidanes. También la gastronomía, como el lenguaje, se distingue de la tradicional Cerdeña.

Durante el verano, la población se multiplica y Carloforte se convierte en una buena base para los turistas que desean tranquilidad y disfrutar de sus vacaciones en Cerdeña.

Carloforte está bien equipada para hospedar a sus numerosos visitantes y ofrece una lista completa de instalaciones. Al igual que en otros centros turísticos si deseas elegir una casa de vacaciones en Cerdeña Carloforte puede ser la solución ideal.

La ciudad cuenta con edificios bajos y callejones estrechos, típicos de los pueblos marineros y, en particular, de los pueblos de la Liguria. Partiendo desde el hermoso lungomare, que a la noche se convierte en un lugar de encuentro y caminatas puedes llegar al muelle principal donde amarran los ferrys. Aquí se encuentra la plaza Carlo Emanuele III, en cuyo centro se alza un monumento en honor al rey de Saboya, se encuentra cerca de la iglesia de San Carlo construida en 1738. A lo largo de los característicos carruggi (callejuelas pequeñas) y dirigiéndose hacia el centro, llegas al distrito de Castello, donde podrás ver las antiguas murallas de la ciudad, el fuerte y la puerta del león.

Saliendo del centro habitado se encuentra el observatorio astronómico que merece ser visitado porque tiene las condiciones ideales para la observación del cielo, y la estación meteorológica, mientras que del otro lado de la isla, en Cabo Sandalo, está el faro. Este último se encuentra en la punta más occidental de la isla. Un camino peatonal te permite ver el paisaje desde una gran roca con vistas al mar. Desde aquí puedes disfrutar de un paisaje inolvidable.

Siguiendo las instrucciones todas las playas son de fácil acceso. saliendo desde el puerto en dirección sur llegas a las playas de Spalmatoreddu y Giunco, seguidas por Seccano, la pequeña cala de Girin y la pequeña playa de Punta Nera, con una hermosa cueva marina. Junto a esta está la playa más famosa, Bobba, con una arena blanca única.

En Carloforte no faltan los acontecimientos especiales, como el festival del cuscús tabarkino (parte de la tradición carlofortina cashcà variante de cuscús a base de sémola cocinada en vapor y enriquecido con verduras cocidas por separado) en abril, y el Girotonno, a fines de mayo, cita de culto para los conocedores de la calidad del atún.

El atún, capturado en las atuneras locales se consume en todas las variantes. Del atún no se tire nada, de los huevos se deriva bottarga y del filet la musciamme. Incluso hoy en día, el atún es trabajado por hábiles artesanos tonnarotti respetanto las tradiciones más antiguas.

Otro plato típico de la gastronomía carlofortina es la farinata, a base de harina de garbanzos, agua y aceite y cocinada al horno, que puedes probar en la mayoría de las pizzerías locales. Entre los dulces típicos puedes encontrar los Panetti con higos, el giggeri y los canestrelli.